Dividendos y valor |
Sobre
todo en empresas familiares, no es extraño ver a empresarios que tienen como
orgullo el no repartir nunca dividendos de forma que los reinvierten en el negocio; piensan
que esta opción es acertada, financiando las necesidades de inversión que el negocio requiere y pensando que con esto crean valor y que, si
en algún momento, quieren deshacerse del negocio alguien les pagará ese valor.
La
pregunta es: ¿el valor de una empresa está en función de la política de
dividendos?
Claramente,
no. Ya que depende del cash flow que quede disponible después de reponer las
inversiones necesarias para la manutención del negocio y de la rentabilidad que
se obtenga de este excedente.
Más detalladamente:
En las empresas
que no reparten, lo que ocurre es que, por sistema, se autofinancian, dejando el
dividendo en forma de reservas , en los recursos propios y con éstos, se
financian nuevas inversiones. Si estas inversiones dan mayor rentabilidad que
la que la empresa lleva consiguiendo en media hasta ese momento, se podría
decir que la decisión de no repartir dividendos es la correcta, y que la empresa
está CREANDO VALOR.
Pero, si la rentabilidad del excedente es menor que la que obtendrían los accionistas por sus medios si invirtieran los dividendos que hubieran cobrado, está DESTRUYENDO VALOR:
*si
la empresa tiene exceso de liquidez que invierte a baja rentabilidad, porque no
tiene proyectos interesantes en ese momento, está destruyendo valor( menor tasa de
rentabilidad sobre el capital invertido…aunque su cifra de negocios y beneficio
se mantenga , baja su valor respecto a los beneficios , baja su per,
*lo
mismo cuando la empresa no acude a endeudamiento financiero , incluso cuando el
coste endeudamiento es menor que el rendimiento de la inversión, es decir, la
empresa no usa el efecto del apalancamiento positivo y tiene los recursos del
accionista comprometidos
Por
tanto, el valor de una empresa no está en función de la política de dividendos,
sino m´s bien de la posibilidad de repartirlos, es decir, de la rentabilidad del capital
invertido.
Que la política de dividendos sea
pagar el 50%, o no repartir nada,…cualquier opción es indiferente al valor de
la empresa. Pero sí está en función de los dividendos que pudiera pagar, es
decir, de los beneficios distribuibles que le queden este año y en el futuro
después de abordar sus inversiones de reposición, aunque decida no abonarlos.
¿y si una
empresa no puede pagar dividendos? …¿Cuál es el valor de una empresa que no
puede pagar dividendos?…no tendría valor por la actividad en sí
(independientemente de los activos), salvo que hubiera compradores que le
vieran valor por las sinergias con sus empresas .
A veces, tras estas actuaciones se enmascaran altos problemas de rentabilidad real, debido a que están ahogadas por las necesidades de inversión sólo para mantenerse en funcionamiento tal y como están, sin considerar ampliaciones; en estos casos, la rentabilidad no es suficiente para cubrir las inversiones de reposición en el negocio con lo que no hay posibilidad de plantearse el reparto de dividendos.
A veces, tras estas actuaciones se enmascaran altos problemas de rentabilidad real, debido a que están ahogadas por las necesidades de inversión sólo para mantenerse en funcionamiento tal y como están, sin considerar ampliaciones; en estos casos, la rentabilidad no es suficiente para cubrir las inversiones de reposición en el negocio con lo que no hay posibilidad de plantearse el reparto de dividendos.
Otras
veces, no se realizan repartos por el coste fiscal para el accionista o por la
perspectiva de nuevas inversiones que requerirán autofinanciación futura (por tanto,
se evita el viaje de ida y vuelta del dinero y el coste fiscal de los
dividendos),
En este último caso, no hay impacto en el valor siempre que la empresa obtenga los recursos
necesarios (por aportación de socios, endeudamiento o autofinanciación es
decir, sin repartir dividendos)y los invierta en proyectos que permitan
mantener o superar la rentabilidad histórica de la empresa, el coste de
oportunidad de los accionistas, o el coste de la deuda financiera (aprovechando
así el efecto positivo del apalancamiento)
De
cualquier forma, es una práctica sana el reparto de beneficios, ya que el
accionista "palpa" los resultados, sin correr el riesgo de tener un exceso de
tesorería con poca rentabilidad o de relajar la actividad de vigilancia de los
gestores debido precisamente a ese exceso.