domingo, 2 de diciembre de 2018

Empresas familiares. La difícil tarea del asesor



A lo largo de mi corta experiencia con clientes, estoy comprobando cómo, el ejercicio profesional conlleva, en la mayor parte de las ocasiones, una proximidad e intimidad con el cliente que extralimita la prestación estricta del servicio de forma que el cliente comparte conmigo aspectos emocionales más allá del propio asesoramiento, convirtiéndome en su confesora.


El compromiso por mi parte, y la confianza por parte del cliente, me lleva, en el caso concreto de empresas familiares, a soportar cierto equilibrio familiar y sé, que en alguna ocasión, puede ponerme en el ojo del conflicto y verme en seria dificultad para salir del embrollo.

Estos conflictos son aún más potentes en empresas familiares, sobre todo cuando traspasa la primera generación de forma que surgen conflictos de interés individuales y colectivos en aspectos familiares, empresariales y patrimoniales.

En estos casos, el trabajo del  profesional  es relevante en cuanto que hemos de tener capacidad de formar a la familia empresaria en las distintas perspectivas en que la situación de la empresa les puede afectar  y de ofrecer instrumentos para crear sus normas en la toma de decisiones.

La ordenación de los conflictos de intereses se puede realizar a través de la elaboración de un PROTOCOLO FAMILIAR.

Este protocolo  ha de tratar las relaciones entre distintas áreas: Familia/empresa/propiedad. El punto de partida para su elaboración es la reflexión sobre cómo se puede conseguir el difícil equilibrio entre intereses familiares y necesidades empresariales; a partir de aquí, se han de definir los valores, voluntades , código de conducta , modelo de liderazgo, representatividad de la empresa y ordenamiento jurídico de pactos dentro de la familia y frente a terceros; ha de ser un instrumento vivo y cambiante y va más allá de los asuntos familiares, ya que también puede regular situaciones que afecten a terceros.

Asimismo, es importante conferirle al Protocolo la solemnidad necesaria, elevándolo a público en su caso y siendo representado por un “Consejo familiar” como garante del seguimiento, control y modificación de dicho Protocolo, dándole incluso la posibilidad de participar en procesos de conciliación, mediación y arbitraje cuando haya casos en que el propio Protocolo pueda resultar insuficiente.

La elaboración de un protocolo familiar no se debe tomar a la ligera  y requiere de la tutela en su elaboración por parte de un profesional y el seguimiento de una metodología basada en una visión técnica y general de la empresa familiar. El objetivo es que en el protocolo convivan expectativas, necesidades, pactos, derechos y obligaciones, tanto dentro de la empresa, como con su entorno económico, social y jurídico.